Redactado por: Mónica S. Iravedra
¿Cómo resumir mi historia con la AEC? Más allá de exponerme al tan famoso “networking” con un sinnúmero de profesionales y de ser el canal por el cual conseguí mis internados y ahora oferta de trabajo con PwC; la AEC me ha brindado el espacio para conocer a las amistades que hoy considero más cercanas a mí.
Como muchos otros prepas que comenzaron su vida universitaria en el 2017, tuve dificultades en la transición de “high-school” a la IUPI. No solo iniciamos tarde el semestre por las huelgas, sino que casi lo perdemos debidos a los huracanes Irma y María. Por lo que, empecé con el pie izquierdo mi primer año. Al fin, cuando se reanudaron las clases a finales de octubre, mi día consistía en ir a clases y rápido regresar a mi casa. Luego, ocurrió el famoso trimestre, donde tantos estudiantes como profesores, vivíamos con prisa y una carga académica exorbitante. Ese primer año fue un caos, donde apenas conocí a nuevas personas y disfruté de lo que se supone que sea el “comienzo de mis mejores años”.
Sin embargo, en mi segundo año, cuando relativamente todo regresó a la normalidad, me integré más al recinto, al igual que a mi facultad. Empecé a participar más de las charlas y otras actividades que brindaba la AEC (que quede claro, no solo era para aprovechar los almuerzos gratis). Comencé a reconocer caras de compañeros de mis clases de Contabilidad, al igual que conectar más con profesores. Así, poco a poco, me sentí parte de una familia. De la noche a la mañana, tenía personas saludándome en los pasillos y montándome conversación. Me incentivaron a participar del “Job Fair” luego de un “Info Session” con PwC. Conocí a la reclutadora y conseguí una entrevista, para la cuál la AEC junto a Enlace, me ayudaron a prepararme; desde revisar mi resumé hasta llevar a cabo “mock interviews”.
Gracias a estas experiencias, me ofrecieron una oferta para un internado de verano en Washington DC, el cual terminé yendo con dos amigas jerezanas. Terminó siendo una de las mejores experiencias de crecimientos personal y profesional. Incluso, las muchachas con las que terminé viajando (y hoy les tengo la mayor confianza y cariño del mundo), las conocí más a fondo en el “PwC Challenge” que se llevó a cabo en el recinto. Esta actividad fue auspiciada por PwC, pero coordinada a través de la AEC. Mi punto con todas estas anécdotas sobre mi experiencia con la organización es que la AEC es el medio principal para establecer todo tipo de conexión y crecimiento personal, al igual que profesional.
Ya para mi tercer año había formado un núcleo de amistades dentro de la organización y participaba más en actividades fuera del recinto, cómo son los “gets” en Nacho Libre y La Patria (porque rompemos el estereotipo de que los contadores somos aburridos y no jangueamos), al igual que ayudar en las mesas de inscripciones y registros en las distintas actividades. Poco a poco, fui saliendo de mi caparazón y aprendí a disfrutar de todo lo bueno que venía con ser parte del #TeamAEC. Además, la organización provee tantas actividades para todo tipo de estudiante que siempre estaba envuelta en alguna. Por ejemplo, tal vez ya no participaba de algunos “workshops” junto a estudiantes primordialmente de primer año, pero sí acudía a conferencias con invitados especiales o charlas sobre los exámenes del CPA. También, cabe destacar que, aunque este último año, lo concluimos virtual, la AEC se mantuvo vigente y al día adaptándose a la nueva normalidad virtual.
Aunque esta sea la nueva realidad, sé que la AEC seguirá siendo la mejor organización de la FAE y continuará brindando un sinnúmero de oportunidades y conexiones a sus integrantes. Persona que me lee, ¡le incentivo a que inviten a sus amistades futuros contadores que aún no forman parte de la asociación, para que se unan a esta gran familia!
Aquí a sus órdenes,
Mónica S. Iravedra
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